lunes, 22 de agosto de 2016

En esta noche de Perseidas

Buenas y dulces noches de verano tacitas. Vengo aquí a hablaros de la vida, con todas esas Perseidas cayendo del cielo brillantes y mágicas... O así creo que son porque aun no he visto ninguna en todo agosto, pero bueno a lo que vamos.

Nadie nos ha hablado nunca de la vida tal y como es, nuestros padres lo han intentado, nuestros profesores se querían hacer cargo, nuestros amigos más "avanzadillos" en esas edades de cambio también y al final viene la vida de verdad, esa misma de la que no hemos dejado de hablar desde que nacimos con unos y con otros y nos cruza la cara de un guantazo por gilipollas y por andar hablando de ella a sus espaldas. Todos los que nos han intentado arrojar luz sobre el asunto solo han conseguido preparar un guiso de inexperiencia, mediocridad y ciertas lagunas cocido a fuego lento. Es imposible que alguien en este mundo sepa de que va la vida. 

¿Oh y por qué de repente este asalto incomprensible contra el concepto de la vida y sus mesías? os preguntaréis. Pues porque son vacaciones de verano y no recordaba cuando fue la última vez que actualicé (no, no se me ha ido la cabeza), he entrado a esta página rezándole a todos los santos que no se me hubiese pasado por alto el mes de julio sin actualizar. Me he pasado media semana echando hasta la última papilla deshidratándome cual momia embalsamada. He besado a una pared con todos los dientes y de milagro los conservo, también he besado a un chico. Estudio día y noche en diciembre, enero, mayo, junio y parte de julio año tras año y acudo a clases el resto del tiempo para conseguir convertirme en algo que no soy y que supuestamente quiero ser y así trabajar, tener dinero y ser feliz. 

Pero nadie me ha preparado para esas cosas que vienen junto con las noches de estudio o de turnos de trabajo, por ejemplo enamorarte de una bolita de pelo, un animalito adorable, algo así como un cachorrito de perro precioso al que llamas, Lulú. Y todo va bien, vas compaginando estudiar con prepararle la comida y sacar a pasear a Lulú, seguir buscando a ese hombre entre muchos "intentos de" y engendros hasta que un buen día te dicen que hay que sacrificarla; Otro día tus padres, si es que tienes la suerte de tenerlos, imponen una norma que ha de obedecerse si o si bajo su techo y tu no tienes otro techo y tampoco capacidad como para cumplir esa norma. 

A la semana siguiente te das cuenta de que aquel chico con el que te besaste era el "hombre" de tu vida y cuanto más buscas de nuevo otro hombre de tu vida, más engendros infantiles encuentras; Un lunes cualquiera ves un programa en la televisión donde personas hacen el ridículo en pantalla y ni si quiera te entretiene mirarles, solo promocionan un producto mientras hacen el memo y entonces te preguntas si su existencia se basará en eso, en ese anuncio o esa forma de ser tan de circo. Sabes que no, una persona, un ser humano está en este mundo para sentir, dar, recibir y evolucionar, pero todo lo que seguramente vas a saber en tu vida de esas personas que has visto en el anuncio es justa y exactamente ese anuncio; esa es la huella que dejan a la humanidad sus caras haciendo el memo. 

Y con todos estos pensamientos acerca de los panolis de la televisión te preguntas en que punto de tu vida estás, para que todo lo que haces, para que entender al resto y para qué también alzar la voz. ¿Por qué debería escoger mis batallas cuando puedo no escoger ninguna o tal vez todas?
¿Por qué aquella mujer que descubrió que la felicidad en la vida era tomar decisiones se volvió loca y yo soy feliz con un chocolate caliente?

Por qué tengo la impresión de que la metáfora del florero para la vida es simplemente eso, 
un florero.

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